miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE 117 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


 “Ella es la diosa Chia, gran amiga mia” dijo Madremonte abrazándola mientras la diosa se saludaba con los otros. Chia le dijo a Cajamarca “Me he dado cuenta que buscas a la niña Luz de sol. Es una tarea difícil pero grata. Cuando tengas dificultades, me invocas y alumbraré donde estés para ayudarte”. “Gracias diosa. Gracias por venir a saludarnos y por ser mi amiga”. Y la diosa siguió diciéndole cosas que pasaban en la  luna, cogiéndolo del brazo y alejándose con el a sitios solos.Estaba descalza, sus pies eran bellos. Tenía el cabello rubio y los ojos azules. Llevaba una corona de perlas y un vestido transparente que no ocultaba su cuerpo y que todos miraban embelesados. Era imposible calcularle su edad. Parecía una niña y parecía a la vez una mujer de gran edad, sin dejar de ser bella.
Cuando Chiminichagua, el principio creador y fuerza suprema del universo, descendió de su casa en uno de los árboles, los asistentes a la asamblea voltearon a mirarlo inclinándose y venerándolo. Lo rodeaba una nube brillante entre amarilla y azulosa dándole majestad. “Buenas noches a todos, nobles  visitantes” dijo con gran voz, acercándose al grupo, saludando a cada uno con fuertes abrazos.
Era Chiminichagua una divinidad bondadosa universal. La única luz que existía cuando todo era noche.
En el principio del mundo, todo estaba en tinieblas y solo reinaba la luz de Chiminichagua. Cuando el dios creador quiso difundir la luz por todo el universo, creó dos grandes aves negras, lanzándolas al espacio. Cuando estas aves echaban aliento o aire por los picos, esparcían una luz incandescente con la cual todo el cosmos quedó iluminado. Así se hizo la luz y se crearon todas las cosas del mundo. Por eso era que los visitantes a la reunión del Líbano, se afanaban a estar aunque solo fuera un momento con el, para apreciarlo de cerca y sentir su divino poder, y el tenía tiempo para todos. Hablaba con cada uno largo rato. Su rostro era eterno, y sus ojos profundos mostraban el universo. Llevaba chanclas de cuero de vaca y una ruana larga de colores que los chibchas le habían regalado hacía unos días. Su cabello era largo y negro. Era un dios de bondad reconocida.
Las charlas se confundían y la luna estaba ya eclipsada.
De pronto escucharon el llanto de una mujer que no paraba de lamentarse por haber perdido a sus hijos que tiempo atrás ahogó en el rio Magdalena para que no la interrumpieran en las aventuras que continuamente tenía con sus amantes. Había venido porque recordó que aquí encontraría a Millaray y a Cajamarca, jóvenes a los que había visto en días pasados y de los que pensaba que eran sus hijos. Se acercó al grupo mirando a todos hasta ver a Millaray “Hija mia, hija mia. Has venido a mi encuentro” dijo gritando, y sin importarle que estaba hablando con la diosa Bachué, fue hasta donde estaba, diciéndole “Gracias hija mia por haber venido. De aquí no me iré sin ti”. “Hola Llorona. Gracias por haber venido” le respondió la princesa, diciéndole en secreto a Bachué, que la mujer había perdido el juicio por haber ahogado a sus hijos en el gran rio, y por el remordimiento que no la dejaba en paz. Le explicó “La mujer piensa que Cajamarca y yo somos sus hijos”. Bachué sonrió entonces. La mujer miró a otro lado, descubriendo a Cajamarca. Corrió atropellando a algunos, llegando a donde estaba el joven con la diosa Chia, diciéndole “Hijo mio, Hijo mio, he venido por ti, Te prometo que seré la mejor mamá del mundo”. Cajamarca la saludo con un beso en la frente mientras en secreto le explicaba a Chia que era una mujer enloquecida por haber ahogado a sus hijos en el rio Magdalena.
La Llorona miraba felíz a Cajamarca. Dejó de llorar depronto, empezando a reir con risa entrecortada y convulsiva que le hicieron doler el pecho y el estómago. Entonces la diosa Chia se le acercó preocupada diciéndole “Que es lo que te pasa mujer?” y haciéndole un pase mágico la recuperó al instante,volviéndola tranquila y quedándose entre todos escuchando lo que decían.
De pronto apareció entre ellos y como caído de las nubes, un dios no muy querido porque tiempo atrás había provocado un diluvio en la tierra. Era Chibchacún, dios potente de anchos hombros, larga melena enredada, músculos poderosos y excesivo sudor que le corría como arroyuelos por el pecho, la espalda y por las piernas.Tenía una altura de seis metros y al andar dejaba hondas huellas en la tierra y en el pasto. “Hola amigos, como están. Es un gusto volver a estar con ustedes y oírlos” dijo el dios, al que todos miraron levantando mucho la cabeza para apreciarlo bien. “Hola Chibchacun” dijeron en coro sin prestarle mucha atención.
Despues de haber causado el diluvio, Bochica, principal dios y maestro civilizador del pueblo Chibcha, lo castigó obligándolo a llevar la tierra en sus espaldas. Los chibchas dicen que los terremotos se producen cuando Chibchacún pierde el equilibrio o hace movimientos bruscos. Con el fin de librarse de las aguas que inundaron la tierra  en el diluvio, Bochica abrió un agujero en la tierra, en Tequendama y por ahí se fueron las aguas dejando libre la tierra.

Al ver que chibchacún no estaba sosteniendo la tierra hoy, todos los que estaban ahí se asustaron diciéndole “Dios Chibchacún la tierra se va a caer y se destruirá. Nos vamos a morir porque usted no está en su trabajo, cargándola”. El los miró serio, diciéndoles “No se afanen. Cuando quiero descansar, hago pactos con la tierra para que se sostenga sola, Hice un pacto de dos días con ella. Después de ese tiempo, regresaré y la seguiré sosteniendo. No se afanen”. “Ah bueno. Es mejor que no se aleje mucho de su trabajo porque si no, Bochica lo castigará cruelmente” le dijo el mago Huenuman abrazándolo y caminando fuera del grupo, acercándose al cóndor de los Andes del que Chibchacún quedó encantado. “Es un ave grandiosa y mágica. Como me gustaría ser su dueño” dijo caminando a su alrededor, tocándole la espalda, cosa que hacía sin problemas debido a su estatura. “La dueña del cóndor es la princesa Millaray. Es la joven que está conversando con la diosa Bachué, la de los dignos pechos desnudos, la que subió desde el fondo del agua a la tierra, para crear al pueblo Muisca. La dulce Millaray viaja en él seguidamente, buscando a la niña Luz de Sol, hija de la diosa Inhimpitu de la guajira para que le de el diamante del poder”. “Verdad, así es la historia? Es muy interesante y esta es un ave maravillosa y muy inteligente por lo que se ve” añadió Chibchacún sin dejar de mirarla.  

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