Cajamarca
madrugó también porque estaba afanado de hablar con el taita Amuillan. Le iba a
decir que administrara las tierras, las riquezas y el pueblo. Que mejor dicho,
fuera el cacique de los Putimaes mientras el seguía acompañando a Millaray en
la búsqueda de la niña Luz de Sol que era lo principal para la princesa en éste
tiempo, porque si lograban encontrarla, Millaray se convertiría en diosa de los
dioses al tener en su mano el diamante del poder.
Entró a
la choza del taita al que encontró mezclando el polvo de hojas conocidas medicinalmente y las raíces de
tres matas que curarían enfermedades en la gente de la tribu, según dijo.
“Buenos días Taita Amuillán, pensé que todavía estaba dormido” le dijo
Cajamarca acercándose al tronco donde el hombre, sentado, sostenía un plato de
barro en las piernas. Estaba lleno de hierbas “Buenos días cacique. Estoy preparando
un remedio que la tribu usará para las heridas, las infecciones y los granos.
Purifica la sangre. Además es bueno para la mejorar la respiración, para tener
el cerebro despierto y para que los ancianos se sientan jovencitos y puedan
tener la familia que quieran”. Explicó el taita mirando a Cajamarca sin dejar
de mezclar los polvos de color verde y blanquecino que por momentos se elevaban
cayendo otra vez con sonidos de “clap, clap” en el plato “Yo sé que si no fuera
por usted, Taita, mucha gente se moriría. Se que los dioses lo iluminan para
que haga bien las cosas. Por eso y porque usted es el hombre sabio de la tribu
es que vengo a decirle que lo nombro cacique de éste pueblo por largo tiempo
mientras yo acompaño a Millaray en la búsqueda de la niña Luz de Sol”. “Cómo,
noble cacique Cajamarca?. Seré yo el cacique de éste pueblo? Vuelve usted a
irse? Es mucha responsabilidad para mi. Darme el gobierno de tanta gente,
cuando es el momento de que usted lo dirija?”. “así es Taita, pero debe
entender que encontrar a la niña Luz de sol es lo principal en la vida de
Millaray, y no puedo dejarla sola en esa aventura” explicó Cajamarca cogiendo
el plato para oler los polvos. “Bueno joven cacique. Como usted es el que
manda, yo no hago sino obedecer” replicó Amuillán “Todo lo que usted me diga,
lo obedeceré sin chistar”. “Entonces, gran amigo, reunamos a la tribu de aquí a
un rato, para contarles lo que hemos decidido” dijo Cajamarca poniendo su mano
en el hombro de Amuillán. “Como ordene, noble cacique. Saldré y le avisaré a la
tribu que se reuna en el patio de la luna blanca, porque en media hora usted
les hablará”. “gracias, Amuillán. Que haría yo sin usted?. Sería como el sol
sin la luna, o sin las estrellas”. Entonces salieron de la choza caminando uno
al lado del otro por la callecita principal.
Después
Cajamarca fue a encontrarse con Millaray que se había puesto muy bonita y que
lo esperaba para que le dijera que iba a pasar hoy en el pueblo. Mas allá el
taita Amuillán se encaramó en la roca desde donde llamaba al pueblo, y enfocando
la voz, gritó levantando los brazos. “Pueblo Putimae. Gran tribu Putimae, necesitamos
que se reunan de una vez, porque el cacique Cajamarca les va a decir algo importante”.
Este
llamado lo hizo varias veces golpeando a la vez un tambor que les mandaba el
mensaje a los mas lejanos. Entonces la tribu llegó corriendo a oir las nuevas
noticias. Esperaron veinte minutos escuchando los sonidos de algunas flautas y
varios cuernos que le ponían un toquecito al tiempo.
Después,
Cajamarca vino acompañado de Millaray que tenía puestas sus pulseras y su
corona de oro. estaba linda, traviesa. Además el pájaro de mil colores la
acompañaba parado en su hombro entonando sonoros y mágicos cantos.
Subieron
a la roca donde estaba Amuillán llamando a la gente, y haciendo una señal para
que la tribu se callara, Cajamarca se apoyó en su lanza diciendo en alta voz “Tribu
Putimae, gracias por venir. Debo decirles algo importante. Como tengo que
seguir acompañando a Millaray en la búsqueda de la niña Luz de sol que le dará
el diamante del poder a mi compañera, no podré estar aquí. He nombrado al taita
Amuillán como cacique del pueblo mientras dure nuestra ausencia. Estará ayudado
por los brujos y la gente mayor del pueblo para que las cosas vayan bien. Yo
estaré viniendo cada vez que pueda, a ver como van las cosas con la gente. Era
esto lo que quería decirles, de modo que deben obedecerle a Amuillan como me
obedecen a mi. El hará las cosas que deben hacerse” dijo Cajamarca entre los
aplausos y los vivas de la tribu, que no terminaban. “Que viva amuillán” “Que
viva, que viva”. “Que viva el cacique Cajamarca”, “Que vivaaaaaaaaa”
contestaban en enorme griterío. “Que viva la princesa Millaray”. “Que viva, que
vivaaaaaaaaa”.
Así fue
como el taita Amuillán cogió la vara del poder que le entregó Cajamarca,
siguiendo el mandato que hacía poco había dejado Ibagué.
Pasaron cuatro días frios y oscuros de neblina,
hasta que al quinto dia por la mañana, Millaray llamó al pájaro de mil colores
que se vino volando entre los árboles y las chozas, parándose en su brazo.
“Llama al cóndor de los Andes que debe estar en su nido entre las rocas” le
ordenó Millaray tocándolo en la espalda. “Como diga, princesa. Ya lo llamo”.
Inmediatamente el pájaro entonó un agudo canto penetrando el espacio, llegando
al nido del buitre y sus alrededores. “No demorará en aparecer aquí” le dijo
Luz de Luna a Millaray, “Esperemos un momento”.
En tres minutos vieron aparecer el inmenso buitre rompiendo la neblina
con sus alas y bajando cerca a la maloca donde estaba la princesa.
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