martes, 22 de octubre de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE 113 (La desconocida y fantástica historia delpueblo Pijao)





Cajamarca madrugó también porque estaba afanado de hablar con el taita Amuillan. Le iba a decir que administrara las tierras, las riquezas y el pueblo. Que mejor dicho, fuera el cacique de los Putimaes mientras el seguía acompañando a Millaray en la búsqueda de la niña Luz de Sol que era lo principal para la princesa en éste tiempo, porque si lograban encontrarla, Millaray se convertiría en diosa de los dioses al tener en su mano el diamante del poder.
Entró a la choza del taita al que encontró mezclando el polvo de  hojas conocidas medicinalmente y las raíces de tres matas que curarían enfermedades en la gente de la tribu, según dijo. “Buenos días Taita Amuillán, pensé que todavía estaba dormido” le dijo Cajamarca acercándose al tronco donde el hombre, sentado, sostenía un plato de barro en las piernas. Estaba lleno de hierbas “Buenos días cacique. Estoy preparando un remedio que la tribu usará para las heridas, las infecciones y los granos. Purifica la sangre. Además es bueno para la mejorar la respiración, para tener el cerebro despierto y para que los ancianos se sientan jovencitos y puedan tener la familia que quieran”. Explicó el taita mirando a Cajamarca sin dejar de mezclar los polvos de color verde y blanquecino que por momentos se elevaban cayendo otra vez con sonidos de “clap, clap” en el plato “Yo sé que si no fuera por usted, Taita, mucha gente se moriría. Se que los dioses lo iluminan para que haga bien las cosas. Por eso y porque usted es el hombre sabio de la tribu es que vengo a decirle que lo nombro cacique de éste pueblo por largo tiempo mientras yo acompaño a Millaray en la búsqueda de la niña Luz de Sol”. “Cómo, noble cacique Cajamarca?. Seré yo el cacique de éste pueblo? Vuelve usted a irse? Es mucha responsabilidad para mi. Darme el gobierno de tanta gente, cuando es el momento de que usted lo dirija?”. “así es Taita, pero debe entender que encontrar a la niña Luz de sol es lo principal en la vida de Millaray, y no puedo dejarla sola en esa aventura” explicó Cajamarca cogiendo el plato para oler los polvos. “Bueno joven cacique. Como usted es el que manda, yo no hago sino obedecer” replicó Amuillán “Todo lo que usted me diga, lo obedeceré sin chistar”. “Entonces, gran amigo, reunamos a la tribu de aquí a un rato, para contarles lo que hemos decidido” dijo Cajamarca poniendo su mano en el hombro de Amuillán. “Como ordene, noble cacique. Saldré y le avisaré a la tribu que se reuna en el patio de la luna blanca, porque en media hora usted les hablará”. “gracias, Amuillán. Que haría yo sin usted?. Sería como el sol sin la luna, o sin las estrellas”. Entonces salieron de la choza caminando uno al lado del otro por la callecita principal.
Después Cajamarca fue a encontrarse con Millaray que se había puesto muy bonita y que lo esperaba para que le dijera que iba a pasar hoy en el pueblo. Mas allá el taita Amuillán se encaramó en la roca desde donde llamaba al pueblo, y enfocando la voz, gritó levantando los brazos. “Pueblo Putimae. Gran tribu Putimae, necesitamos que se reunan de una vez, porque el cacique Cajamarca les va a decir algo  importante”.
Este llamado lo hizo varias veces golpeando a la vez un tambor que les mandaba el mensaje a los mas lejanos. Entonces la tribu llegó corriendo a oir las nuevas noticias. Esperaron veinte minutos escuchando los sonidos de algunas flautas y varios cuernos que le ponían un toquecito al tiempo.
Después, Cajamarca vino acompañado de Millaray que tenía puestas sus pulseras y su corona de oro. estaba linda, traviesa. Además el pájaro de mil colores la acompañaba parado en su hombro entonando sonoros y mágicos cantos.
Subieron a la roca donde estaba Amuillán llamando a la gente, y haciendo una señal para que la tribu se callara, Cajamarca se apoyó en su lanza diciendo en alta voz “Tribu Putimae, gracias por venir. Debo decirles algo importante. Como tengo que seguir acompañando a Millaray en la búsqueda de la niña Luz de sol que le dará el diamante del poder a mi compañera, no podré estar aquí. He nombrado al taita Amuillán como cacique del pueblo mientras dure nuestra ausencia. Estará ayudado por los brujos y la gente mayor del pueblo para que las cosas vayan bien. Yo estaré viniendo cada vez que pueda, a ver como van las cosas con la gente. Era esto lo que quería decirles, de modo que deben obedecerle a Amuillan como me obedecen a mi. El hará las cosas que deben hacerse” dijo Cajamarca entre los aplausos y los vivas de la tribu, que no terminaban. “Que viva amuillán” “Que viva, que viva”. “Que viva el cacique Cajamarca”, “Que vivaaaaaaaaa” contestaban en enorme griterío. “Que viva la princesa Millaray”. “Que viva, que vivaaaaaaaaa”.
Así fue como el taita Amuillán cogió la vara del poder que le entregó Cajamarca, siguiendo el mandato que hacía poco había dejado Ibagué.
 Pasaron cuatro días frios y oscuros de neblina, hasta que al quinto dia por la mañana, Millaray llamó al pájaro de mil colores que se vino volando entre los árboles y las chozas, parándose en su brazo. “Llama al cóndor de los Andes que debe estar en su nido entre las rocas” le ordenó Millaray tocándolo en la espalda. “Como diga, princesa. Ya lo llamo”. Inmediatamente el pájaro entonó un agudo canto penetrando el espacio, llegando al nido del buitre y sus alrededores. “No demorará en aparecer aquí” le dijo Luz de Luna a Millaray, “Esperemos un momento”.
En tres minutos vieron aparecer el inmenso buitre rompiendo la neblina con sus alas y bajando cerca a la maloca donde estaba la princesa.

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