martes, 8 de octubre de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE 110 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


 “Que vivan, que vivan” y el ambiente se calentó hasta que una fila de muchachas y muchachos desnudos, pintados, adornados con pulseras, tobilleras, collares, diademas, aretes, narigueras, todo de oro y esmeraldas y  llevando cada uno su antorcha y una vara larga traída del monte, iniciaron la danza alarededor de seis fogatas
.
A un lado de la maloca y cerca a los visitantes se habían instalado los músicos, listos para empezar la música de las danzas.
Una india madura, de ojos brillantes, sensuales, con un diminuto guayuco de piel de oveja cubriéndole la vagina, salió de entre la multitud con una antorcha encendida. Prendió tres fogatas ya alistadas no muy lejos de los visitantes. Las encendió pronto con  hojas y ramitas secas, dejando que las llamas se elevaran azules y amarillas, mientras los músicos tocaban los tambores, las flautas, las maracas, las charrascas y los cuernos con ritmos nostálgicos. Luego fueron alegrándose mientras los adolescentes bailaban alrededor de las fogatas enroscando sus cuerpos, elevando los brazos y las voces en cantos de pájaros y sonidos selváticos.
Solo quedó la música y la danza en el caserío.
Fue anocheciendo. Por entre los palos y guaduas se metía el viento frio, casi helado que hizo a muchos cobijarse. Tomaban chicha calentándose y para estar alegres.
La danza se hizo ligera y ruidosa. La música corría entre el viento y la noche. Nadie quería irse porque ahí estaban los jóvenes Cajamarca y Millaray, los magos, el cacique Ibagué con su reina Yexalen y el hada Madremonte. Además Ibagué había ordenado a la tribu que los acompañaran hasta el fin, de modo que las horas pasaron hasta que el cansancio y el sueño llegaron. Así, muchos se fueron a las chozas. Yexalen se paró estirándose “Ya es hora de irnos porque mañana escucharemos buenas noticias. Parece que tendremos largas y ricas tierras en las que los Panches viviremos”. “Como?” preguntó Cajamarca sintiendo un corrientazo al pensar que Ibague pudiera irse, y el no consiguiera seguir con Millaray en la búsqueda de Luz de sol. “No sea tan curioso, joven cacique. Solo le decimos, que al fin los Panches tendremos tierras propias donde viviremos. Los magos, los duendes y las hadas nos donarán las tierras en las que han vivido tanto tiempo. Quieren irse al Libano, que será la tierra de éstas criaturas desde ahora” decía Ibagué sosteniéndose en la lanza. “Vámos a descansar, mañana Mohán nos dará toda la noticia”.
Entonces se pusieron de pie entre murmullos, buscando las chozas.
En menos de media hora el pueblo quedó silencioso, turbado solo por los gritos de los animales nocturnos. La luna estaba opaca y gruesas nubes se tendían en la tierra.
Pronto amaneció pero la gente no quiso levantarse todavía. Esperarían a que los visitantes aparecieran, para reunirse con ellos y escucharles las noticias de los territorios que las hadas, los duendes y los magos les darían a los Panches. Así vivirían en tierras propias, dejando de ser los vagabundos de Columbus.
Las luces del sol se extendieron encima de las montañas como alfombras y espejismos.
A las diez de la mañana aparecieron Ibagué, Yexalen y el taita Amuillán entre las chozas, ordenando todo, para terminar de atender a Madremonte, Mohóan, Huenuman y a los jóvenes Cajamarca y Millaray.
Salía humo de las cocinas metiéndose por entre los palos y los techos, elevándose al espacio donde era acosado por el viento que se lo llevaba hasta la montaña cercana donde finalmente se hacía invisible. Muchos niños lloraban. Las mamás los cogían bruscas de los brazos, llevándolos a los fogones donde les daban de comer, acostándolos en esteras y entre cobijas junto al fuego de las hornillas. Así se quedaban callados dejando a las mujeres tranquilas haciendo el almuerzo. Los hombres trajeron animales del monte que alistaron adobándolos para asarlos en largas varas, sobre fogatas prendidas para hacer carbón.
Cajamarca y Millaray aparecieron a un lado de la maloca, su rancho quedaba cerca de ahí. La joven se había puesto su corona de oro, sus collares, pulseras y aretes y estaba cobijada con una ruana de colores. Tenía la cara pintada con rayitas y manchitas artísticas. Cajamarca también tenía una ruana larga. Se pintó la cara, poniéndose una balaca de oro, llevando en la mano una lanza también de oro muy brillante. Casi al mismo tiempo y por el otro lado de la grande construcción, la gente vio venir a Mohán, a Madremonte y al mago Huenuman que conversaban señalando las tierras del sur.
Mohán estaba grande y peludo, con ojos intensos de fuego. Se había puesto un guayuco largo de piel de gacela y tenía una ruana blanca de lana de ovejo.
Madremonte iba vestida con hojas de árboles y con musgo, que le daba calor. Iba descalza y estaba mas hermosa que ayer.
Huenuman tenía su ruana de colores. Llevaba la vara del poder que nunca dejaba porque ahí estaba su magia.
Al verse se saludaron, mientras Ibagué y Yexalen llegaban “Buenos días a todos” decían. Y la tribu los rodeó esperando las noticias. Entonces Huenuman, buscó un tronco en el que se encaramó diciendo “Pueblo de los Panches. Desde ayer hemos esperado el momento para decirles que los magos, los duendes y las hadas, que viven mas abajo de Cajamarca, y también en el Líbano, les darán  éstas tierras porque la diosa Dulima lo ha ordenado. Lo hace porque ha visto como el pueblo Panche ha sufrido sin tener donde vivir. Las hadas, los duendes y los magos ocuparemos solamente las tierras del Líbano, que será el lugar mágico de Columbus. Desde allí se darán órdenes a los hombres. Si quieren, ya pueden irse a esas tierras para que la trabajen y formen una nación aguerrida y próspera. Ibagué será su jefe, y nombrará caciques menores para las tierras del norte donde no podrá estar seguido. Y mientras ustedes se van con sus familias, sus corotos, sus mulas y su oro a las tierras bajas, nosotros iremos al Líbano donde nos reuniremos para hacerle ofrendas a los dioses y para agradecerles sus favores. Entonces sepan que el Líbano será el lugar donde habitan los dioses. El centro del poder. Cuando quieran hablar con nosotros nos invocarán.
Cacique Ibagué. Ustéd ya conoce las tierras donde vivirán, de modo que no se demore en entregar el cacicazgo de aquí, al cacique Cajamarca, y viaje inmediatamente a las tierras señaladas.

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