miércoles, 7 de agosto de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE 91 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)




La muchedumbre comprendió que el funeral había terminado y poniendo piedras y flores encima de la tierra blanda, bajaron en silencio de la colina. Ya en el caserío, recogieron las cosas  devolviéndose rápidamente a sus poblados.
Calarcá y su tribu también regresaron al caserío recién estrenado.
“Yo estoy cansada y triste. No quiero caminar” le dijo Millaray a Cajamarca y a Yexalen que iban junto a ella con la cabeza agachada contagiados de un ambiente nostálgico “Y entonces que hacemos?” le contestó el joven. “Voy a llamar al cóndor para que venga y nos lleve a nuestras tierras porque los caminos están embarrados e intransitables. Además los árboles carnívoros pueden devorarnos en la travesía si nos vamos por ahí, o quizás haya mas bosques de esos árboles en otros lados que no conocemos y puede ser peligroso” explicó la princesa mirando como las tribus se iban en silencio por distintos caminos despidiéndose a gritos  desde lejos. “Yo estoy de acuerdo con Millaray” dijo Yexalen, “Devolvernos entre tanto barro y agua nos enfermará de fiebre y dolores. En cambio si viene el cóndor, nos iremos por el aire sin problemas y llegaremos rápido”. “Y como lo vas a llamar?” Le preguntó Ibagué que se había acercado trayendo su caballo de las riendas. “Rayo de Luna lo llamará. Cóndor lo oirá y pronto llegará a éste lugar”. “Ah bueno. Si es así esperemos a que venga”.   Entonces Millaray llamó a Rayo de Luna cantando como el. 
Inmediatamente el pájaro llegó a su hombro saltando desde las ramas cercanas donde estaba. “Rayo de Luna, llama a tu amigo el cóndor de los Andes. Lo necesitamos para que nos lleve ligero al caserío de Cajamarca” le dijo la princesa cogiéndolo y poniéndolo frente a sus ojos. El pájaro sin dejarse repetir la orden, entonó uno de sus cantos que sin duda el cóndor oiría estuviese donde estuviese. Solo habría que esperar un tiempito “Lo único que debemos hacer es dar tiempo a que el buitre llegue. El ya oyó mi llamado” dijo Rayo de Luna parándose en el hombro de Yexalen que lo cogió susurrándole “Gracias pájaro de mil colores, que haríamos nosotros sin ti?” y el ave salió volando parándose en una rama donde atrapaba insectos incautos que le calmaban el hambre.
Solo pasaron quince minutos cuando vieron a lo lejos al cóndor viniendo entre las nubes desgarradas con sus alas. Era veloz su vuelo, muy veloz. Pocas veces lo había visto la princesa volar tan vertiginoso. En un instante llegó al amplio espacio a un lado del casrío donde estaban sus amigos esperándolo. Rayo de Luna voló inmediatamente hasta el, parándosele en las costillas “Gracias cóndor por haber venido. Todos lo echamos de menos”. “Tengo que obedecerle a mi princesa. Yo se que usted me llamó porque Millaray se lo ordenó”contestó el buitre volteando la cabeza mirando a su amiguito.
Cóndor estaba tranquilo y no sentía fatiga. Su descanso en el nido de rocas le había devuelto las fuerzas y ahora se preparaba para seguir sirviendo a sus amigos. “Cóndor, cóndor, eres maravilloso lindo amigo” le gritó Millaray corriendo hasta el, que bajó un ala invitándola a subir a su espalda. Ella no se hizo rogar y agarrándose, estuvo rápidamente en las costillas del pájaro. El volvió a bajar el ala para que subieran los demás “Suban que tengo ganas de volar y de llevarlos a donde me digan” dijo.
Entonces todos corrieron y cóndor los levantó poniéndolos en su espalda donde se acomodaron cada uno a su antojo. “Cuminao, le ordeno que regrese a la tribu sin demorarse” le gritó Ibagué a su caballo que lo miraba sorprendido al ver que su dueño se había encaramado en las costillas del buitre. El se erizó estremeciéndose y pateando el suelo, arrancando a correr detrás de Ibagué cuando vio que el cóndor batía las alas elevándose en el aire tranquilo.
En treinta y cinco minutos llegaron a su pueblo.
Venían mojados porque las nubes estaban cargadas con mucha agua. Cayeron suaves con el ave, en un patio mas  o menos grande entre  las chozas de las que salieron las mujeres que se habían quedado cuidando a sus hijos, a las gallinas, a los marranos a las vacas. Pronto los visitantes de Calarcá y asistentes al entierro de Pucharma, descendieron del buitre yéndose a la maloca, donde habían fogatas que aprovecharon para calentarse mientras comían alimentos que las mujeres les trajeron por orden del taita Amuillan. “Hola caciques, hola princesa Millaray y reina Yexalen, como les fue?” les preguntó Amuillan entrando a la maloca y acercándose a sus amigos. “Hola Amuillan, esta carne está rica le dijo Yexalen cogiendo papas saladas de una batea de madera donde también habían pescados asados y arracachas sancochadas. “Que tal el funeral de Pucharma?” preguntó el anciano “Lo enterraron con muchas riquezas, varios esclavos y cinco amantes jóvenes que le ayudaran en su viaje” le contestó Ibagué “Eso está muy bien. Así irá tranquilo a encontrarse con los dioses. Sin duda estarán esperándolo” dijo Amuillán escarbándose los dientes con un palito. “De aquí también fue mucha gente con joyas, ruanas, coronas, esmeraldas”. “Si” terminó diciendo Ibagué. Allá nos encontramos todos.






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