lunes, 17 de junio de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 79 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)






“Pájaro de mil colores, le ordeno que le de otra vez movimiento al pueblo de los Pantágoras” le dijo Millaray poniéndolo al frente de su cara. Entonces Rayo de Luna dijo “Como ordene princesa” y volando encima del pueblo entonó su canto. Inmediatamente los indígenas se despertaron sacudiéndose y bostezando como si hubieran salido de un profundo sueño. Se estregaban los ojos acercándose al cóndor al que empezaron a venerar inclinándose delante de el en un rito desconocido que fue alargándose porque la chicha que ahora traían en totumas, rodaba a mares llevándolos a un éxtasis que los ponía a adorar las cosas y los animales. Por eso fue que viendo semejante buitre entre ellos, consideraron que era un ave fantástica perteneciente a otras galaxias, que traía un mensaje directo del cielo y sin dudar se inclinaron ante el adorándolo. Fueron alrededor de cinco mil indígenas los que se reunieron en tropel cerca al buitre, mientras Millaray y Cajamarca observaban la ceremonia que le ofrecían, con ojos admirados. “Bendito eres magnífico pájaro de las estrellas. Dinos a que has venido. Cual es el mensaje que nos traes de los dioses?” gritaba el brujo Pantágora elevando los brazos y bailando con una antorcha encendida, mientras la tribu corría debajo del ave, tocándole las patas y las plumas. El cóndor estaba quieto porque había comprendido que aquella gente lo veneraba, por eso dijo con enorme voz para que todos lo escucharan “Tribu Pantágora yo soy su amigo, lo mismo que la princesa Millaray y mi amigo Cajamarca. Estamos buscando a la niña Luz de sol, hija de la diosa Inhimpitu de la Guajira. Si la han visto, díganoslo por favor, porque su madre la espera y está triste por su ausencia. Ayúdenos en eso, si pueden”. La tribu escuchando que el cóndor le hablaba, hizo silencio. Quedaron atemorizados por ese portento que cada vez los asombraba mas. “La niña Luz de Sol?. La que viaja montada en un pavo real?” gritó inesperadamente el brujo. “Si. Ella es, ella es” respondió el buitre, ansioso. “Estuvo aquí hace algún tiempo. Nos enseñó a meternos en la candela de las fogatas y a aguantar las llamas sin quemarnos. Por eso estamos felices, porque podemos dominar el fuego y eso se lo debemos a ella. Fue el arte que esa niña nos dejó y eso hará que nunca la olvidemos”.
La tribu estaba muda oyendo la charla. Lo único raro que se escuchó fue el llanto de un niño que su madre calmó dándole de comer. “Vamos a demostrarle en seguida, gran buitre, el poder que nos dejó la niña Luz de sol”. Y comprendiendo lo que debían hacer, corrieron los hombres a los alrededores trayendo palos secos, troncos grandes y largos, ramas por centenares, hojas, miles de hojas, haciendo  un enorme montón de la altura de una choza. En un momento le metieron candela con antorchas que trajeron prendidas y que el viento inflamaba mas y mas. A los pocos minutos la candela crecía indetenible hasta que finalmente sus llamas se elevaron desafiantes, rugientes. Los indios danzaban con saltos largos y contorsiones inexplicables alrededor de ese fuego. Gritaban imitando a los lobos en un aullido extraño pero sin duda prodigioso. Parecía que así se despertaba la magia que necesitaban. Las llamas crepitaban lanzando chispas de colores al espacio que se iba poniendo gris porque se acercaba la noche, de modo que la ceremonia se hacía mas interesante.
Entonces el cóndor se retiró un poco de la enorme fogata porque el calor era mucho y no quería que sus plumas se chamuscaran. Debajo de el se habían quedado Millaray y Cajamarca contemplando el rito, cada uno recostado en una pata.
Cuando las llamas alcanzaron gran altura, varios indios en estado de transportación se metieron tranquilamente entre la candela que bufó con grave sonido. Se quedaron allá bailando y gritando en gozo, hasta que a los seis minutos salieron sudando sin haber sufrido daño alguno. Ni siquiera el pelo se les había quemado, por lo que las expresiones de Millaray y Cajamarca eran de real asombro “Como lo hacen. Por los dioses, como lo hacen?” gritaba la joven acercándose a la fogata para mirar y tocar a los indígenas que sonreían tranquilamente al verla tan afanada. Cajamarca también estaba pasmado y mudo. Ninguna palabra le brotaba, pero en cambio los indios recién salidos del fuego gritaban “Bendita y poderosa eres, niña Luz de sol por habernos dado el poder del fuego. Siempre te adoraremos niña, como la mas poderosa entre los poderosos dioses que tenemos” y siguieron gritando y aullando entre sus contorsiones mientras otros cinco indios se metían en la candela como si estuvieran en el agua. “Luz de Sol les dio este poder? Es increíble” decía Millaray impresionada. “No te afanes princesa. Todo esto y mucho mas tendrás cuando encuentres a Luz de Sol y te entregue el diamante del poder. Te volveras superpoderosa como cualquier dios de las galaxias” le dijo el pájaro de mil colores que estaba parado en su hombro. “Tu serás diosa de los dioses. De modo que debes prepararte para cuando eso pase” siguió diciéndole Rayo de Luna mientras los indios permanecían metidos en el fuego donde se veían incandescentes como hierro listo a fundirse.

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