viernes, 3 de mayo de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE 67 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)




 “Tenemos que buscar a la Mojana porque ella tiene el pájaro de mil colores que andamos buscando. “La Mojana?. Es una mujer peligrosa”. “Eso dicen todos los pueblos de por aquí, pero tenemos que encontrarla”. “Bueno pues tocará. Pero ahora déjenme otro rato aquí. Esta agua está deliciosa”.
Millaray y Cajamarca se fueron sonriendo hasta el rancho. Se recostaron en las hamacas mientras la india preparaba los pescados y la yuca.
Ese día descansaron. Por la tarde fueron largo rato al rio.
Se acostaron temprano.
Millaray soñó con una mujer pequeña de largos cabellos dorados que se bañaba en un rio echándose agua con una totuma de oro. Supo que era la Mojana. Quiso darse cuenta donde tenía el pájaro de mil colores pero no lo vio en ninguna parte. Por eso al despertar sintió desilusión. Al contar su sueño, los indios le dijeron: “Es pura impresión no te dejes ganar por eso”. Ella no contestó pero al llamar al cóndor se le notó un falsete de congoja en la voz.
Al momento el buitre llegó saltando, encontrándose casi de frente con Millaray “Buenos días princesa”. “Buenos días cóndor. Siquiera llegó rápido, tenemos que irnos ya”. “Yo estoy listo” dijo gritando “Ggggrrr”. Entonces los viajeros corrieron por el patio habiendo recogido muy ligero su equipaje. Subieron a las espaldas del ave despidiéndose de los indígenas “Hasta luego. Rueguen que encontremos el pájaro sin tanto problema y que no nos demoremos”. “Pediremos por ustedes para que les vaya bien y para que consigan lo que quieren” respondieron los indios viendo al cóndor extender las alas batiéndolas en una corta carrera y elevándose en el espacio blanco y tibio de esa mañana.
Allá se fueron, haciéndose mas pequeños cada vez.
Sería un viaje al occidente de la guajira siempre por la costa junto al mar. Iba veloz el buitre rompiendo nubes rojizas atravesadas en el espacio. Gritó muchas veces porque así expresaba la alegría de volar con su princesa y sus amigos, que contemplaban el paisaje estirando mucho la cabeza. “Tanta tierra deshabitada que tiene Columbus” decía Cajamarca mirando el horizonte. “Aquí todo es plano, en cambio mi pueblo vive en las montañas. Hay mucha clase de territorios en Amerindia”. “Se siente calor aquí. Es distinto a las tierras donde vivimos” dijo Millaray “Pero deben estar felices. En sus tierras hay mucha comida y mas riquezas que por estos lados” contestó Inhimpitu levantando el cetro del poder para guiarse en el vuelo. El diamante se iluminó indicándoles que iban por la ruta correcta. Estuvieron callados mucho rato hasta que fue anocheciendo “Voy a volar hasta las nueve o diez de la noche. Hoy no me siento tan cansado y puedo aprovechar la frescura para que me rinda el vuelo” dijo el cóndor y siguió semejante a una flecha rompiendo el viento.
A las diez se dejó caer en el amplio suelo poco enmalezado, iluminado por la luna y muchas estrellas. Amortiguó el aterrizaje doblando sus gruesas patas y sus rodillas. Inmediatamente bajó una de sus alas por la que se deslizaron los viajeros estirándose, buscando un sitio para pasar la noche. Allá cerca había un árbol coposo a donde llegaron, mientras el buitre se quedaba a veinte metros sacudiéndose y relajando los músculos. “Aquí podemos dormir tranquilos” dijo Inhimpitu sacando yucas y pescado de una bolsa de fique que llevaba, ofreciéndolo a sus amigos que también comieron porque ya tenían hambre. Después se recostaron quedándose dormidos bajo un calor bochornoso.
Chillaban pájaros negros en las ramas avisando a su especie de la visita recién llegada. Sapos croaban cerca saltando entre las piedras, atraídos por los viajeros. Se quedaron mirándolos largo rato fascinados porque los habían oído hablar. Querían aprender ese lenguaje para comunicarse con esos dioses venidos de las aguas y de la tierra.
Al despertar con el sol tan brillante , los viajeros sintieron la picazón de los zancudos. “Tenemos que irnos ya” dijo Millaray “Cóndor de los Andes, cóndor de los Andes” gritó Cajamarca caminando debajo de los arboles.
El ave asomó por el otro lado en un espacio despejado “Estoy listo, amigo Cajamarca y princesa Millaray”. Inhimpitu miró a la princesa recogiendo los paquetes y corriendo hasta debajo del pájaro que descolgó el ala. En poco tiempo estuvieron acomodados en su espinazo “Arranque cóndor” le ordenaron. “Como digan”. Batió las alas consiguiendo empuje y elevándose en el aire fresco. Se metió en las nubes blancas en un vuelo que terminaría al medio día según dijera Inhimpitu. “El cetro del poder me ha dicho que pronto llegaremos al sitio donde vive La Mojana. No falta mucho”.
Siguieron callados mucho rato hasta ver un rio que bajaba de la laguna curigua, mas abajo de la sierra Nevada.
Inhimpitu apuntó el cetro al río. Lanzó rayos rojos, azules y amarillos muy brillantes. “Allá es donde vive la Mojana, no hay duda. El cetro se ha puesto eléctrico y vibrante”. “Entonces vamos junto al cerro, cóndor. Desde allá observaremos todo fácilmente, antes de actuar”. “Allá voy pues”. El ave llegó en cuatro minutos a un cerro debajo del que corría el rio. “Baje aquí cóndor”.  El se descolgó en  la loma donde sus viajeros descendieron calladamente.
“Hay que tener cuidado. Tenemos que esperar a que oscurezca y la mujer salga del rio” dijo Inhimpitu.

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