Despues el demonio se
hundió en las aguas para refrescarse pero inesperadamene salió dando un bramido
como el de un lobo, el de un león y de
un elefante a la vez.
Siguió corriendo enloquecido perdiéndose definitivamente
en el aire hasta llegar a Coyaima. Los indígenas de allí sabían de su visita y por
eso le habían hecho maleficios y conjuros para que no ser acercara a molestarlos.
Mucho después las
tribus de Columbus supieron que esas piedras que el demonio había hecho rodar, eran
las piedras de Pandi.
Millaray, Inhimpitu y
Cajamarca bajaron un rato a la orilla del río.
Tomaron agua, descansaron sentándose
en la hierba, y se relajaron después del miedo que sintieron al ver al demonio
dándole patadas al mundo. Cóndor miraba nervioso a una y otra parte, no fuera
que se les apareciera otra vez y los cogiera desprevenidos llevándoselos quizás
a las pailas incendiadas del infierno.
Después del descanso
volaron largo hasta la región del Cesár.
Lo hicieron de noche
aprovechando la luz de la luna radiante y la frescura. Durmieron todo el
trayecto mientras cóndor aprovechaba las masas de aire fresco para navegar tranquilo.
Entrando a las tierras
del país Guajiro y siendo por la mañana, bajaron a la orilla del río Guatapurí
a descansar un rato porque estaba haciendo mucho sol y querían estirar los
músculos y relajarse otra vez, como ayer. Cayeron cerca a altas rocas rodeadas
de pasto y árboles frescos.
Se bajaron del cóndor
que se acercó a tomar agua, mucha agua a causa del bochorno. Luego se metió
entre los árboles donde encontró frutas y tres conejos descuidados que atrapó
sagaz. Se los engulló en un momento tendiéndose después a descansar entre las piedras
mientras la diosa Inhimpitu, Millaray y Cajamarca comían carne de ovejo asada,
yucas y papas fritas con grasa de marrano, y que habían traido de su tierra.
De pronto vieron a una hermosa
y elástica muchacha nadando cerca de ellos.
No se habían dado cuenta que estaba
allí desde hacía rato. Sonreía y cantaba al mismo tiempo, mientras muchas
lágrimas se resbalaban por su cara bella. Los viajeros no acertaban a hablar,
viendo aquella aparición tan singular. Estaban embelesados por su voz dulce y atractiva, de
tal modo que querían irse detrás para estar cerca de ella.
La joven salió entonces
del agua, estrujando su cabello y tapándose los senos a la vez que se recostaba
en la arena recibiendo el sol y cantando mas. Todos quedaron perplejos al verle
su cuerpo mitad mujer y mitad pez como la leyenda que alguna vez habían oído en
las noches de sus pueblos a la luz de las fogatas y de las antorchas en complicidad
con las estrellas.
Inmediatamente la diosa
Inhimpitu se enderezó bien y explicó: “ella es la sirena Vallenata que mucha
gente de éstos alrededores conoce desde antes de tener esa transformación, por desobedecerle a su madre bañándose un jueves santo. Su mamá no hacía otra cosa
que repetirle “No te bañes en los días santos, hija porque puedes sufrir
algún castigo” La muchacha no hizo caso y esa desobediencia se la castigaron los dioses convirtiéndola en mitad
pez y en mitad mujer.
Ahora se la pasa
cantando y llorando a la vez, porque ha
comprendido su falta y no logra arrepentirse por completo. De vez en cuando su
madre viene a visitarla y a decirle que la adora y que nunca la olvidará”,
terminó diciendo Inhimpitu sin quitarle la vista a la joven. “Es hermosa y muy
jovencita”, dijo Millaray embrujada por su canto. “Me gustaría ser su amiga”.
“No. Eso es imposible, te convertirías en otra sirena y tendrías que quedarte
aquí”, le contestó Inhimpitu. “Todas las gentes le huyen porque es capaz de embobar,
de hechizar y ahogar a cualquiera, si se descuidan” “Si?”. “Yo quiero hablar con ella y mirarla de
cerca. A mi no me pasará nada”, dijo Cajamarca poniéndose de pie listo a lanzarse
al río. Entonces Millaray lo cogió del brazo entre nerviosas y alegres carcajadas
“Jajajajajajajajajaja venga para acá. Yo no quiero que se vaya al fondo del río
y nunca vuelva”. “Tenemos que irnos de aquí inmediatamente”, ordenó Inhimpitu
poniéndose de pie y metiéndose en el bosque donde descansaba el cóndor.
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