sábado, 30 de marzo de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE 59 (La desconocida y fantástica historia del pueblo Pijao)


“los Panches e Ibagué te han premiado dándote a Millaray, joven Cajamarca”. “Princesa Millaray, serás la mas felíz de las mujeres”.
 De ese modo terminaba el rito de bodas en la laguna, pero seguiría la fiesta en el caserío a donde ya  iban en tropel entre enormes gritos.
La diosa Inhimpitu caminaba felíz con los recién casados “Nunca había disfrutado tanto un matrimonio en un pueblo desconocido. Las costumbres son distintas pero muy atractivas. . .Dos caciques, una reina y una princesa en un solo rito, que cosa tan asombrosa y tan linda a la vez. Siento que esta celebración en la que participé tan de cerca, va a durar en mi memoria por siempre, y por eso les doy las gracias”. Casi no le ponían cuidado a lo que decía, por el desorden tan maravilloso que había a su alrededor y en todas partes de la laguna y el caserío.
En poco tiempo llegaron al pueblo, que estaba adornado como nunca. Todo se convirtió en un hervidero humano sin orden ni ley. La chicha fue la bebida reclamada en todo momento. Reían, decían cosas locas, comían de todo, carne de animales del monte, de vacas, de marrano, yuca, papas, fríjoles, alverjas, arepas de maíz, entrando a cualquier choza mientras sonaban los tambores en varios lugares, también las flautas, las caracolas, las charrascas. Y danzaban y cantaban incansables yéndose por ahí, cómplices con la noche y el viento frio que no sentían.
Habían prendido antorchas poniéndolas en las columnas de la maloca, en los tallos de los árboles, en postes levantados para eso, y en los bohíos. También las fogatas alrededor de las chozas, iluminaban la fiesta, chirriantes, con sus flamas bailando a toda hora y alargándose mucho para mirar a lo lejos. Sus chispas se iban altas, al espacio hondo, como puntos de oro desfallecidos e inexplicables.  Solo la gente muy borracha dormía ya entre la maleza, o recostados en algún tronco,  o sobre una estera o en una hamaca cualquiera. Los demás volteaban de un lado a otro, tropezándose y diciéndose cosas que no se entendían.
Cajamarca estaba en la maloca tan iluminada, y Millaray y yexalen también, acompañados por la diosa Inhimpitu, por los ancianos, los brujos, los guerreros que comían de grandes bateas y bebían chicha muy despacio.
Así la noche fue corta, hasta que el cansancio los cogió lento pero seguro. A los dos días ya todos dormían sin ganas de levantarse. Pero descansarían y se recuperaría para otra vez regresar a su rutina.

Ibagué empezó la dirección de las tribus aconsejado en muchas cosas por los brujos, por los ancianos y por Yexalen que le decía cosas en la cama. “Vamos a extender éstos territorios”, le decía el. “Llamaré al guerrero Calarcá para que nos ayude en eso. El sabe como hacerlo en caso de que tengamos dificultades”.
Millaray se alistaba con Cajamarca porque iban a viajar al país de la diosa Inhimpitu que estaba lejos del centro de Columbus “Será un viaje inolvidable” decía. “Mañana visitaré al cóndor para darme cuenta como está y para decirle que se aliste también a viajar. “Quiero estar volando ya entre las nubes” dijo Inhimpitu pintándose la cara con rayitas de colores, mirándose en una vasija con agua. “Nos iremos pero no sabemos cuando volveremos”, añadió Cajamarca templando el arco y poniendo las flechas en el carcaj. Mohán apareció de pronto a veinte metros, acompañado de una mujer muy joven y bella, una Putimae que estaba muy nerviosa y excitada. Venían del rio y se veían felices “Hola Mohán como le va” le preguntó Ibagué, que apareció montado en su caballo Cuminao pateando el suelo, muy brioso y resoplante. Iba a hacer una ronda por la región con varios indios listos a obedecer al nuevo cacique. “Bien, muy bien”, respondió Mohán, mientras la muchacha desaparecía fugaz entre las chozas sin haber dicho nada..

Al otro día Millaray madrugó con Inhimpitu y Cajamarca a las rocas donde vivía el cóndor. No se demoraron en llegar. El buitre estaba arriba, picoteando frenético un conejo que había acabado de traer del bosque. Al ver al grupo y distinguir a Millaray dio un grito alegre “Ggggrrrrrrr, gggggrrrrrrrrr, gggggrrrrrrr” aleteó muy fuerte varias veces, brincando en las rocas, acercándose al grupo que lo esperaba. Millaray escaló piedras y rocas y haciéndose debajo del ave le tocó las patas mientras el cóndor gritaba otra vez “Ggggggrrrrrr. Hola mi princesa. Me tenía olvidado y tenía ganas de verla. Ya iba para el pueblo a ver que le había pasado” le dijo el ave estirando el pescuezo. “Yo nunca te olvido cóndor. Era que estaba ocupada en otras cosas y por eso no había venido. Pero de ahora en adelante pasaremos el tiempo juntos porque viajaremos a otro país” le decía Millaray acariciándole las plumas cercanas a las patas. “Verdad, iremos a otro país?”. “Si cóndor. Será un viaje largo. Iremos con la diosa Inhimpitu que ya conoces, y con mi compañero Cajamarca”. “Uy tan rico. Eso me relajará. Estoy tieso de no hacer ejercicio. Además podré conocer bien a Columbus”. “Si. Tienes que alistarte porque mañana a estas horas nos iremos”. “Bueno princesa como ordene. Iré al pueblo a recogerlos”. “Cóndor de los Andes, muchas gracias”. “Está muy fuerte y poderoso”, le dijo Inhimpitu gritando desde abajo haciendo bocina con las manos. “Gracias diosa”. “Ahora volaré mucho con usted”, le gritó Cajamarca sonriendo y estirando los brazos. “Me gusta que sea mi pasajero. Los llevaré al lugar que me digan. “Entonces mañana va temprano al pueblo. Lo estaremos esperando” , le dijo Millaray bajando de las rocas. “Hasta mañana cóndor” gritaron Inhimpitu y Cajamarca. “Hasta mañana” respondió el ave, subiendo otra vez para terminar de comerse el conejo.




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