lunes, 14 de mayo de 2018

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE (la desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de Columbus)......2




Cuando las presentaciones acabaron, La princesa Zulia y el guerrero Guaymaral invitaron a sus nuevos amigos a una choza grande donde habían mesas de madera pulidas, bancas largas donde cabìan muchos, bien sentados, hamacas de colores, extendidas entre algunas columnas, y esteras de fibras vegetales en los rincones.  Todos se sentaron acomodándose como mejor pudieron, mientras afuera el pueblo miraba pasmado al gran buitre que caminaba de un lado a otro sin saber que hacer. En realidad buscaba un sitio debajo de los àrboles para echarse a descansar un rato sin que nadie lo molestara. 
Tunjo sorprendió a todos con su conducta.
Al comienzo riò sin sentido. Su risa salìa de muy hondo, como queriendo expresar viejos y casi olvidados recuerdos. De pronto se levantò de los brazos de Millaray, elevándose otra vez en el aire, quedándose allì, suspendido algunos minutos mirando a todos, semejante  a una nube que pasa. Luego bajò y observando a la princesa Zulia le dijo “Recuerda princesa desde cuando nos conocemos?” Pero ella estaba trastornada en el tiempo,  pretendiendo recordar cosas viejas vividas junto a aquella criatura “Lo que recuerdo, mágico Tunjo, es que lo conozco desde hace muchos años, como si hubiéramos sido hermanos.  Lo siento en mi pecho. Sè que eres poderoso y que casi nada es imposible para ti. Sè también que un dia pediste a la naturaleza que te concediera permanecer como un bebe por los tiempos de los tiempos, y el universo te diò ese deseo y ahora bendigo èste dia en que nos encontramos. Sè que pediste que todo fuera posible para ti, y a causa de tu tierno y sencillo  corazòn la naturaleza también te otorgò ese deseo, o sea que eres un diminuto dios capàz de todas las cosas, además de que tus excrementos  son oro puro como un regalo complementario dado a ti por el universo. Me siento feliz de haberte vuelto a ver porque se que entre los dos hay algo difícil de explicar pero que se presiente con fuerza extraña” terminò diciendo la bella Zulia entre el silencio de los que habían allì, y que no hacían sino mirar a uno y a otra en su rara charla.

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