En ese tiempo Zulia llamò al guerrero pidiéndole que le
ayudara a alejar a los enemigos de su tribu. El llegó acompañado de muchos
hombres y en pocos días limpiaron esas tierras de enemigos. Asì fue como la princesa Zulia se quedó con
aquel varòn codiciado por las bellas mujeres de esos territorios, por su valor
y entereza.
Cuando el Tunjo se dio cuenta que habían llegado al
pueblo de La joven Zulia, salió de entre las ruanas entre las que dormía y
gritò “Mi bella amiga Zulia, cuantas ganas tenía de volver a verla. He venido a
cumplirle la promesa que le hice hace setecientos años. Se acuerda?” y la
princesa escuchando que gritaban su nombre se vino corriendo con el pelo
suelto, con una corona de oro brillante con el sol, pulseras de oro
tintineantes, y un sensual guayuco de puma que la dibujaba en delicia, a ver
quien era el que la llamaba.
Viendo a un ave tan inmensa en el centro de su
pueblo, se quedó muda junto a su compañero Guaymaral, hasta que Cajamarca y
Millaray se pusieron de pie en las espaldas del còndor, levantando al Tunjo al
que inmediatamente la princesa Zulia reconoció desde abajo “Mi bello y grande
amigo tunjo, por fin se acordò de mi. Doy gracias a las estrellas y al universo
entero por haber venido. Sus amigos son bienvenidos tambièn y el pueblo entero
los tratarà con grande respeto. Venga Tunjo, venga aquí que quiero tenerlo en
mis brazos”.
Entonces el còndor se estremeció escuchando aquella
voz dulce, lo mismo que el pájaro de mil colores que bajò revoloteando
alrededor de ella, cantàndole lindas melodías mientras Millaray y Cajamarca
bajaban del còndor deslizándose por el ala hasta el suelo.
La
tribu los rodeò abriéndoles espacio para que su princesa Zulia y su compañero
Guaymaral se acercaran arecibir a los visitantes. Ahì fue que el Tunjo se levantò de entre las cobijas, y elevándose en el aire hasta
quedar a nivel del grupo, dijo “Hoy es un dia bello para todos porque encontrarla a usted, hermosa Zulia es
como encontrar un rico tesoro. Pero antes de que hablemos de nosotros, le presentarè a mis amigos, con los
que voy a todas partes. Ella, la linda joven que siempre me tiene en sus brazos y me da calor, es la princesa
Millaray, hija del cacique Ibaguè, jefe del pueblo de los Panches y de buena parte de los Pijaos, que viven en
el centro de Columbus” con esa presentación, las dos muchachas sonrieron mirándose gustosas para luego
darse un largo abrazo.
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