Después el dios y su hijo se tendieron en las
esteras, mientras Cajamarca y Millaray escogieron dos hamacas en las que se
metieron estirando los músculos, cerrando
los ojos. “Tengo sueño, voy a dormir” dijo el joven.
Entonces el ensueño y la quimera llegaron entre el
sopor pegajoso de ese rato.
Dos horas fueron suficientes para reponerse del
maltrato.
Estando otra vez despiértos, relajados y ágiles,
salieron a la puerta del rancho frente a la que estaban sentados el cacique con
sus dos hijos y el brujo Wayúu guardándoles su descanso, esperándoles el
despertar para hablar con ellos, muy calmados. “Ya han descansado……” les dijo
el cacique poniéndose de pie, acercándose para preguntar sin darles tiempo ni siquiera de
respirar “Entonces ustedes han venido al país de la Guajira a buscar a la diosa
Inhimpitu?”. “Si, a eso hemos venido, noble cacique y queremos que ustedes nos
ayuden” contestó Millaray mirando muy lejos las luces reflejadas por el mar en
el cielo. “Pero como no encontramos el rancho donde vivía, resolvimos venir aquí
para ver si ustedes saben algo de ella. Necesitamos verla urgente”. “Realmente
no sabemos nada……. Ignoramos donde está. Hay cosas secretas de los dioses que
no es permitido conocer” dijo el brujo caminando cerca al cóndor que estaba
acurrucado al pie de un barranco recibiendo su sombra. “sin embargo podemos
llamar a nuestro creador y dios Maleiwa para ver si él conoce el paradero de la
diosa”. “Verdad eso harán?...... Gracias venerable brujo por ayudarnos en esto que
es tan importante para nosotros” dijo Ewandama mirando al pueblo mas allá……y
que no se acercaba porque lo tenían prohibido en estos casos.
“Maleiwa?” preguntó Millaray grabándose el nombre del dios “y Quien es
el?”. “Es nuestro dios que nos acompaña siempre, caminando incansable por éstas
tierras, llamando la lluvia. El creó el mundo y tiene poderes que otros ni
siquiera conocen” dijo Nutibara sacudiendo la cabeza, arreglándose la diadema
de vistosas plumas, sujetándola firme encima de su cabello. “Tendremos que
invocarlo tocando las maracas mágicas junto a tres fogatas. Cuando esté aquí, quizás
pueda decirnos donde se encuentra la diosa Inhimpitu”, añadió Anbaibe fumándose
un tabaco que le habían traido los Coyaimas desde el país de los Pijaos “De
aquí a un rato, cuando anochezca, invocaremos a Maleiwa. Algo importante y bueno
nos dirá, de eso estoy seguro” dijo el brujo entrando al rancho para seguir su
adoración al universo.
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