Los animales las
habían mirado mucho desde que ellas llegaron, y viéndolas tan lindas decían "Mira
esas cholas tan bonitas, vamos a acompañarlas". Y el saíno dijo: "A mí me gusta ésta. Me la
llevaré enseguida"; y la tortuga dijo: "A mí esta otra. Será solo mia". Y así se fueron
acercando y acercando hasta que cada uno se acostó con una mujer y se
fueron para Noanamá una región en la que se reunían los animales a hablar de las cosas que
pasaban en el mundo.
En el viaje comenzaron a nacer los hombres, hijos del oso, del venado, del gavilán y del
tatabro, del armadillo y de la lechuza. Nacieron niños y nacieron niñas y el mundo se llenó
de gente».
Cuando estaba pasando eso, fue que aparecieron Cajamarca y Millaray volando en el cóndor
de los Andes. Iba ansioso, buscando a Ewandama para saludarlo.
No pudieron dar con él en ese primer intento, y como querían conocer aquella tierra y las
costumbres de sus gentes, bajaron a la orilla del rio donde había un espacio amplio que les
permitía aterrizar tranquilos.
No había pasado mucho tiempo, cuando de pronto
apareció Ewandama con su hijo, atraído por la noticia de que allí estaba el
pájaro gigante de las estrellas. Al verlo, gritó muy contento desde lejos
“Bendito es éste día y bendito eres tu, divíno pájaro por venir a visitarnos.
Cada día rogaba yo a los dioses para que me ayudaran a traerlo aquí y por fin
mis pedidos se han cumplido, gracias a ellos y al poder del universo que es
infinito”. Entonces se acercó corriendo semejante a un niño, y cuando llegó
junto al cóndor, se tiró boca abajo en la tierra golpeando el suelo con las
manos “Gracias amigos por venir, gracias dioses por ayudarme en lo que pido.
Este gran visitante me ayudará sin duda a que las mujeres se alejen de los
animales porque no pueden ser sus esposas para siempre. El me aconsejará, estoy
seguro, lo que debo hacer para que eso suceda, y mi reino funcione bien”…… y se
paró de un salto acercándose a las patas del buitre que tocó largamente en
adoración, mientras Millaray y Cajamarca se acercaban habiéndose levantado de
donde estaban descansando. “Y ustedes quienes son?” les preguntó ewandama mirándolos
curioso. “Son mis amigos que han venido a conocer sus tierras”. Respondió el
buitre. “Entonces ustedes son los hijos de los dioses de los que me han hablado
tanto en éstos tiempos. Los que les ensañaron todo a los Emberá-Catíos y que
vivieron largo tiempo con ellos”. “Si, nosotros somos” le dijo Cajamarca
acercándose a Ewandama para verlo mejor y porque le veía sus actitudes
infantiles, ingenuas que lo hacían gracioso. “Gracias, gracias por haber
venido. Lo que pasa es que tengo un problema en la cración de los humanos y sé
que ustedes me ayudarán a solucionarlo”. “Tranquilícese gran dios Ewandama. Ya
tendremos tiempo para hablar de eso y para arreglar las cosas que han quedado
mal” le dijo Millaray viendo la ansiedad del dios y su agitación frente a ellos.
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