. Al final, Caragabi le ordenó a una garza que
volara por el mundo. Mirara si había
quedado algún punto bueno para vivir. Pero la garza no volvió porque se quedó
comiendo pescado y mucha cebada que encontró en el agua y en algunas tierras
altas chocadas en su vuelo.
Como
Caragabi vió que la garza no venía, llamó a un gallinazo ordenándole que volara
por encima del mundo a ver donde había un lugar bueno para vivir, pero tampoco esa
ave volvió porque se quedó comiendo peces muertos que encontró sobrenadando en
las aguas sin fin.
Entonces
Caragabi afanado, le ordenó a un patogujo o pato de monte “Vaya patogujo.
Vuele, vuele mucho y mire a ver donde hay un lugar bueno en la tierra para
vivir” y el patogujo se fue veloz
atravesando el aire mojado pero no volvió porque a corta distancia vio a los
peces guacucos que le gustaban mucho y se entretuvo comiéndoselos con gran
placer, olvidando el pedido que le había hecho Caragabi.
Desobedecido
el dios por aquellos torpes mensajeros, el cóndor de los Andes les dijo en voz
baja a Millaray y Cajamarca “Nosotros deberíamos ir a ver donde hay un buen
lugar para vivir en la tierra”. “No, como se te ocurre. Esperemos otro poco
porque las cosas no están como para hacer locuras” le respondió Millaray
acomodándose mejor en las espaldas del buitre, mientras Cajamarca observaba con
atención lo que Caragabi hacía ahora.
Con
su gran poder, el dios escupió entonces dos veces en el suelo, cubriendo su
saliva con una totuma que uno de sus amigos le trajo, habiéndola cortado por la
mitad. En seguida y como un sortilegio, la saliva se transformó en una paloma
blanca que salió volando a velocidades insospechadas por encima de los
torrentes y los mares que se habían formado días antes.
En
su vuelo vió a los anteriores mensajeros, entretenidos en sus cosas, pero no
les dio importancia y siguió juiciosa a cumplir el mandato del dios. Se demoró
en su vuelo buscando el lugar deseado, que
finalmente descubrío en parajes envidiables, donde podían vivir los
supervivientes del diluvio sin que les faltara nada.
Y
entonces regresó a donde el dios Caragabi estaba, diciéndole “Precisamente gran
dios Caragabi, en el Chocó, donde usted vivió mucho tiempo, antes del diluvio,
encontré las mejores tierras donde puede volver a vivir como lo que usted es,
un gran y solitario dios”. “Verdad, buena mensajera?” dijo Caragabi emocionado.
“Podré volver a esas tierras?”. “Si, gran dios Caragabi” respondió la paloma
echando otra vez a volar, sin importarle el entusiasmo del dios que quería
cogerla quizás y cortarle las alas, Pero la paloma se fue velóz para salvarse
de aquellas manos desconocidas y traviesas y porque quería encontrar algo de
comer.
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