Guanentá
estaba asombrado por las cosas que le pasaban. Tantos hechos raros no los lograba
asimilar, pero Millaray que lo veia impaciente, le dijo. “Quèdate tranquilo y
deja que tu cuerpo, tu cerebro y tu corazón se conecten a las nuevas cosas”.
“Ahora
háblale a tu pueblo porque quieren oírte, desean verte encima de la piedra de
mando, desde donde se les habla en ocasiones memorables”. Y sin responder, se
acercó a la piedra.
Subiendo
por el tronco que servía de escalera, llegó arriba, donde el pueblo al verlo,
gritó “Que hable Guanentá, que hable Guanenta” y la multitud hizo silencio hasta que el muchacho dijo con voz potente
“Pueblo Guane, hoy me han pasado cosas raras de las que ustedes no se han dado
cuenta, pero que les harè saber en èste momento. Los visitantes que tenemos en
nuestras tierras, los divinos hijos del dios Are me han bendecido diciéndome
que yo también me he convertido en un hijo de el. De igual forma me han dado el
oro del tunjo que me hará mas poderoso entre las naciones de aquí, y dueño de riquezas de toda clase a medida que
pase el tiempo. Además de semejantes hechos, el pájaro de mil colores, Luz de
luna, que acompaña a los hijos de los dioses, me ha cantado la melodía de las
estrellas y del universo total, que me hace sabio y prudente.
Frente
a ustedes, pueblo mio, doy gracias al cielo y a las estrellas por lo que me ha
pasado. Pondré mi fuerza y mis conocimientos
para que el pueblo Guane sea recordado siempre……. Gracias tribus Guane por
acompañarnos en èste dia de gloria, y gracias por el mandato que me han dado. Todo
lo harè pidiéndole conocimiento a los
dioses, que nunca nos abandonan.
Ahora
que sigan las fiestas y los ritos, que tanta falta hacen para bendecir a los
directores del universo. Mientras tanto yo atenderé a los hijos de las
estrellas que me están esperando para que los acompañe en las horas del ruido y
del calor y para que les cuente las historias de aquí, que todos sabemos son fascinantes”.
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