Recordaban
que esos peces se habían llevado al fondo del rio a mas de trescientas mujeres,
jovencitas y adultas descuidadas y ansiosas en las orillas del agua. Iban a
parar a lo mas hondo, como mujeres de los bufeu machos, poniéndolas a vivir
entre las piedras y las algas, cuidándolas para que no se volaran a sus pueblos,
y si algun indio pretendía bajar a rescatarlas, era destrozado por multitud de
bufeus que se unian en combate para devorarlo.
Desde
que vieron mujeres bañándose desnudas y lavando en las orillas del rio, rondaron
maliciosos cerca de ellas desde tiempo antiguo, escondidos en la espuma, detrás
de las piedras y entre la maleza que les permitía acercarse casi invisibles.
Se
comunicaban entre los de su especie por una glándula especial en sus cerebros y
asì llegaban muchos al secuestro.
……….Encerrándolas
sorpresivamente donde lavaban, se les acercaban con movimientos pesados. Las tumbaban
al agua con golpe preciso, empujándolas
con sus cabezas, entre afanes y gritos gozosos de dicha. Finalmente se las
llevaban con la ayuda de la corriente, las agarraban de los guayucos o las
ruanas hundièndolas al fondo entre rocas y selvas acuàticas, donde las ponían a
vivir con ellos, dejándolas al cuidado de otros bufeus que no permitían la llegada
de las bufeus hembras.
Ellas,
las bufeu, también se robaban a los hombres descuidados en las orillas del rio,
les tumbaban las canoas agarrándolos con sus grandes bocas, o cuando
cruzaban nadando, llevándolos a lugares ocultos
donde pocos supieran sus escondites.
Entonces
luchar con esos grandes peces y querer apresar al jefe, macho o hembra, era
algo loco, aventura casi imposible para los indígenas guerreros. La muerte sería
segura. A algunos los secuestrarían las bufeus hembras, aprovechando el
desorden. Serìan sus maridos en las guaridas de piedra y algas.
Los
guerreros se arriesgaban a ésta lucha, con tal de convertirse en el gran cacique-emperador
Guane. …..Era el mas alto honor que podía
tener un joven combatiente en su naciòn.
Iban
seguidos por la multitud que los miraba curiosa, entre sonrisas sexuales y maliciosas.
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