Despues
de hora y media de batallas secretas en la oscuridad, y mientras la muchedumbre
esperaba al indígena vencedor en los límites del bosque, uno de los jóvenes
llegó sudoroso y felíz con una enorme serpiente colgada de sus hombros. La
llevaba agarrada del cuello, con las manos como tenazas, impidiéndole
movimientos mortales para
los otros. De sus ojos rojos salían llamas de color rojo también, y amarillas. Esas llamas le quemaban la mano al combatiente,
que soportaba el dolor sin decir nada porque parecer débil frente al pueblo, no
era la actitud de un candidato a cacique-emperador Guane esperado por miles de indios de aquella
región.
Detrás
de él venían los jóvenes restantes de la competencia. Solo ocho valientes, de
los sesenta y pico que hacía poco habían empezado las batallas.
Los
caciques Corbaraque, Poima y Butaregua comprobaron que realmente el muchacho
había vencido a la serpiente en lucha limpia y lo llevaron al frente de
Cajamarca y Millaray para que le
añadieran los poderes del universo con sus invocaciones a los dioses.
“Divinos
hijos de Are que nos acompañan en la elección de nuestro cacique-emperador.
Este muchacho que ha vencido a la serpiente, es un guerrero, fuerte y astuto
como las mismas serpientes……. igual que el joven que venció al cocodrilo con
sus mallas, sus antorchas, sus cuchillos, su fuerza y su astucia. Asì vamos consiguiendo
la gente que finalmente tendrá los cargos importantes en el pueblo, por su seguridad,
su ágil mente, su corazón poderoso y por su fortaleza”. “Si, son jóvenes
valientes, decididos y muy aguerridos para defender a su pueblo. No le temen a
nada, ni a la muerte. Me he dado cuenta de eso en ésta noche” contestó Millaray
mirando a los jóvenes embarrados, heridos y horriblemente ensangrentados. Cansados
y soñolientos, pero orgullosos de ser lo que eran, y de pertenecer a un pueblo poderoso, respetado por las
naciones vecinas.
“Ya es mas de media noche y pararemos las competencias
porque es justo hacerlo ya. Tenemos que descansar un tiempo, para seguir las
pruebas-los combates mañana bien temprano”. “Si, vamos a descansar. Mañana será
un largo día y tenemos que estar en las competencias sin falta”. Y hablando asì
regresaron corriendo, gritando y silbando por el valle y por los caminos
mojados. Por las faldas de la montaña, buscando sus chozas y los sitios donde
dormirían abrigados por gruesas cobijas y largas ruanas que les darían el calor
y las fuerzas para el dia siguiente.
A
Millaray y a Cajamarca les dejaron una choza fina.
Tenía
hamacas de fuertes colores, y abundantes cobijas limpias fabricadas con lana de
ovejo, tejidas con dibujos-emblemas de esas tribus. Se acostaron pronto,
acosados por el cansancio, por la presión del pueblo y del ambiente de ese dia . Durmieron largo el resto de horas oscuras, sin
soñar.
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