“No,
no. No pueden hacernos esa pregunta y mucho menos podemos responderla”. dijo el
sacerdote con la cara congestionada y enrojecida, como si un horrible secreto
le impidiera hablar sobre eso. “Es algo que pocos hombres, y todos los dioses,
saben. El mortal que sepa donde está, se arriesgue a ir allá y encuentre a la
niña Luz de Sol con el diamante del poder, se convertirá en jefe de los dioses con
poderes increibles en el cielo y en la tierra. Por eso no nos está permitido revelarlo.
Cualquier cosa que nos pidan se la daremos, pero eso no podemos decirlo.
Preferimos morir, divinos hijos del Sol, antes que responder esa pregunta”.
Entonces
dos de esos sacerdotes, avergonzados porque no podían cumplir los deseos de los
hijos del sol, y porque pensaron que los dioses los castigarían por eso, se
agacharon en un rincón junto a una columna poniendo de punta sus cuchillos en
sus pechos, sobre los que se clavaron, muriendo prontamente entre estertores y
gemidos agonizantes, mientras los otros sacerdotes huían como demonios, poseídos por
un pánico increíble. La muchedumbre también se dispersaba enloquecida al darse
cuenta de lo que había pasado. Corrían
por los caminos y los bosques huyendo entre lamentos y lloros imparables. “Los
hijos de las estrellas que han venido a visitarnos, están preguntando donde
queda la montaña brillante y eso nadie puede decirlo porque entonces nos llega
la muerte” decían los indígenas corriendo espantados entre los árboles, sobre los
palos y las piedras de muchos caminos.
Cuando
los aborígenes se fueron perdiendo entre las montañas, el gran Goranchacha, el
antiguo y verdadero hijo del sol, bajó cerca del cóndor, montado en uno de los
rayos de su padre. Cayó en una alta roca en la base de una colina diciendo sin
siquiera saludar “Preguntar donde está
la montaña brillante es un sacrilegio que puede ser castigado por los dioses.
Pero como yo se, princesa Millaray, que el universo la ha escogido para que
usted sea la diosa de los dioses, podré decirle que primero debe visitar los
pueblos de Columbus para que los conozca, los ayude en lo que pueda, los quiera,
y les aprenda la sabiduría que tienen. Despues de todo eso, encontrará el
camino que la llevará a la montaña brillante. Solo vine a decirle eso y
desearle, que tenga mucha fuerza y persistencia en lo que hace. Es necesario
que así sea”.
Entonces
el gran Goranchacha sin decir mas, se montó de un salto en otro rayo de sol de
color ladrillo rojizo, yéndose a velocidades increíbles junto a su padre Xué
que lo estaba esperando para que le ayudara a fabricar mas rayos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario