Cuando se dieron
cuenta, Cajamarca y Millaray se encontraron solos bajo las primeras luces del
sol.
Todos se habían ido
ya, y la única diosa que los acompañaba
era Bachué, porque hasta la diosa Chia que había estado todo el tiempo con el
joven Cajamarca, tuvo que retirarse apresurada porque no podía quedarse sin la
luna, su casa que había desaparecido por completo al otro lado de las montañas
huyéndole al sol que tanto la perseguia.
El cóndor llegó junto a
ellos dando largos saltos y aleteando mucho para calentarse “Veo que todo ha terminado de manera muy
ligera, y ha llegado un nuevo dia. Ya nos vamos princesa?”. “Si cóndor.
Viajaremos al imperio Chibcha. La diosa Bachué nos ha invitado a su naciòn para
que visitemos las tribus de allà y para que preguntemos donde queda la montaña
brillante”. “Si? Ah bueno. Estoy dispuesto a volar a donde me digan. Una fuerza
poderosa me acompaña ahora” contestó el ave bajando el ala para que sus amigos
subieran a su espinazo.
Cajamarca se acomodó el
Tunjo en la espalda, haciéndole una
especie de cuna con la ruana, donde el bebé iría cómodo y sin problemas. De esa
forma se alistó agarrándose de las plumas, mientras Millaray aconsejaba a
Bachué “Solo agárrese fuerte de las
plumas gruesas, diosa, que el cóndor subirá el ala y nos acomodará en su
espalda que es muy amplia”. “Bueno” contestó la divina, y cuando el cóndor vio
que estaban preparados, levantó el ala suavemente, llevándolos a sus costillas
donde los viajeros se dejaron caer, acomodándose como mejor pudieron. En ese
instante llegó el pájaro de mil colores cantando animado porque sabía que iba a
nuevas tierras, donde conocería mas pájaros y donde fácilmente ayudaría con su
canto a la princesa y a su amigo Cajamarca, como lo había hecho en otras partes.
Corrió el cóndor en una
larga carrera batiendo las alas, elevándose en el aire templado del Líbano,
tierra que lo había impresionado gratamente. Llevaría en su recuerdo la
asamblea de los dioses que había visto y que le había parecido excepcional.
Estar entre dioses, magos y hadas no sucedía todos los días.
Voló fuerte escuchando
lo que Bachué, su importante viajera decía
“Desde hacía mucho, quería volar en el cóndor de los Andes como ustedes
lo hacen. Viaja uno rápidamente mirando los paisajes, la naturaleza completa y
los pueblos sin problemas”. “Si. Desde aquí hasta su imperio, diosa Bachué, hay
un trayecto largo que puede aprovechar para ver todo tranquilamente, y para que
disfrute de la magia de viajar así”.
Se quedaron callados
largo rato, sintiendo el viento frio del espacio y de las montañas.
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