Todos
miraban callados al Pequeño Tunjo que hablaba cosas extrañas siendo tan pequeño, como un recién
nacido. Para ellos era increìble que aquella criatura hablara de ese modo tan
claro y firme.
En ese momento apareció Luz de luna o el pájaro de
mil colores, que había estado viviendo
en la cumbre de las altas palmeras de los Wayùu, esperando a Cajamarca,
Millaray y el còndor en su larga visita,
y mirando como pasaban las nubes verdes y los pàjaros de aquellas tierras resecas.
Recibìa muy alegre, el viento que le limpiaba las plumas con su fuerza y su
calor “Para que me llamas, Tunjo? Por què no me dejas en paz? Le preguntò Luz
de luna al milenario bebè, sin saludar a ninguno. Revoloteò nervioso y finalmente se parò en el hombro de
su amiga Millaray que le acariciò la
espalda con gran suavidad “Es que parece
que vamos a visitar a la princesa Zulia que tu también conoces. Serà una dicha
volver a verla”. “Verdad vamos donde ella?. Es una felicidad ir a visitarla”.
Dijo Luz de luna estremeciendo su diminuto cuerpo “Es muy amiga de los dioses
por ser tan trabajadora, tan hermosa y valiente. Siempre està en su pueblo
vigilando que no le pase nada malo. Junto a ella haremos muchas magias.
Bajaremos una estrella y se la regalaremos para que se complazca con su luz. Viajaremos
tambièn en las gotas de agua a alguna constelación desconocida. Es la mejor noticia que he oído en tanto
tiempo de silencio que llevo con mi amiga Millaray y con Cajamarca en èstas
regiones de sol y arena. Pero cuando iremos donde ella?” Preguntò mirándole el cuello a su amiga
Millaray. “No te afanes tanto, Luz de luna. Quèdate en mi hombro y acompàñame, porque
hace varios días que no te tengo. Donde te habìas metido?”. “Estaba viviendo en
las palmeras. Miraba las nubes verdes y
los bellos pàjaros de aquí. De pronto sentí que el Tunjo me necesitaba y por
eso vine a ver que era lo que le pasaba. Ya me he dado cuenta de todo y ahora
estoy feliz. Esperarè ansioso el momento para irnos. ”
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