martes, 6 de mayo de 2014

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 33 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de columbus)



 Pero solo uno de ellos se convertirá en jefe de la confederación de tribus que le deberán respeto y obediencia por todos los años de su vida. Nadie podrá mirarlo a la cara. Lo reverenciaremos cada dia, como acto de sumisión y aceptación de su poder sobre nosotros”, terminó de decir el indio que no era de piel morena sino blanco y de ojos claros como son los habitantes de esas tribus. 
Ese indio llevaba puesta una ruana larga de hilos gruesos e intensos colores, iguales a las usadas por las gentes de allí. Tenía el pelo largo y negro aplastado, peinado por la mitad hasta la frente. Ahora miraba atento como pasaba la tierra rápida debajo de ellos, sintiéndo ser parte del buitre, mas veloz que cualquier flecha, rompiendo las nubes que por momentos les quitaban la visión, envolviéndolos fastidiosa y friamente.
El viaje no fue largo porque hablaron mucho cruzando el espacio, y se rieron también, sin medida recordando historias bobas.
Y cuando llegaron a la meseta de Gérida, vieron una enorme multitud bulliciosa, muy activa, como de seicientas mil personas que asistirían a la elección de su alto jefe, el cacique de la confederación Guane .
Viendo al cóndor, la multitud se asombró intimidandose por semejante pájaro encima de ellos. Hicieron silencio al comienzo, para luego saltar, gritar, correr sin rumbo y silbar enloquecidos. Muchos se arrodillaron levantando los brazos diciendo “Es un pájaro de las estrellas el que ha venido a visitarnos. Gracias dioses por estar con nosotros en la elección del cacique” y le gritaban “Pájaro de las estrellas, pájaro de las estrellas, venga, baje aquí, acompáñenos en éstos días. No se vaya, venga con nosotros para que nos guie en lo que debemos hacer”.
Cajamarca y Millaray estaban maravillados viendo tan grande multitud, como nunca habían visto. “Nos están llamando, nos están haciendo señales. Quieren que bajemos” dijo el anciano jefe Muzo asomándose peligroso a un lado del ave. Cajamarca lo cogió, no fuera a haber un desastre y cayera desde esa altura.  “Bajemos allá donde está limpio y casi no hay gente” decía el indio señalando una largura plana que las tribus no habían ocupado. El cóndor lo oyó, bajando sobre la indiamenta que no dejaba de mirarlo.
Finalmente cayó en un ángulo grande, pisando tierra y aleteando raro  a modo de saludo.
La multitud se vino en carrera enloquecida. Querían verlo muy cerquita y también tocarlo. “Que pájaro tan grande y tan lindo” decía uno. “Es el pájaro de las estrellas. Lo mandaron los dioses a la elección del cacique” dijo otro. “Y como supo lo que vamos a hacer?”  añadió un tercero. “Lo que pasa es que los dioses son sabios. Como todo lo saben, mandaron el pájaro de fuego para que nos ayude en la elección”.
La multitud se acercaba despacio. Pensaban que podría devorarlos de un picotazo, hasta que Cajamarca, Millaray, el anciano jefe Muzo, y el indio mensajero se pararon en las costillas del pájaro en actitud sorpresa.
Ahí fue el asombro, el reir, la malicia colectiva, porque viendo al indio Guane acompañado por el jefe Muzo al que todos conocían, y al ver a Cajamarca y a Millaray, no supieron que pensar ni como hacer nada. Entonces el indio viajero comprendió a las tribus y gritando a todo pulmón dijo . . . .





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