jueves, 5 de diciembre de 2013

EL PAIS DE LA NIEVE Y LA MONTAÑA BRILLANTE 4 (La desconocida y fantástica historia de los pueblos indígenas de columbus)


Desde ahí, suamox dirigía a sus pueblos.
Con su corte de veloces mensajeros hacía cumplir sus órdenes, a la vez que entrenaba a sus tropas en los campos cercanos. Mantenia duras batallas con la federacion del zipa, un Muisca que vivía en en Bacatá, y con la federación del zaque, un rey Muisca también, que ejercía su poder en Hunza. Tenían sangrientas batallas con las tribus del Tundama, También de la misma nación Muisca, pero curiosamente, cuando eran atacados por otros enemigos como los Panches o las tribu  Pijao, que eran cercanos a ellos, se unían, cuidando y manteniendo la unidad del imperio Muisca.

Las tribus caminaban ruidosas por la chicha que tomaban en largos sorbos y que guardaban en grandes calabazas colgadas de sus hombros. Iban gritando, cantando y silbando, envueltos con largas ruanas de colores, hechas con lana de ovejos, criados por centenares en sus campos.
Se reunían en las colinas de los alrededores del templo, sentándose a esperar el nuevo dia, en que se haría la ceremonia al sol. Mientras tanto algunos cazaban animales en los alrededores para asarlos en las fogatas donde también se calentaban y se los comían. Las madres daban de comer a sus hijos, acostándolos en las ruanas o en gruesas cobijas, encima del pasto. Muchos alistaban antorchas para alumbrarse en la noche y otros traían leña, palos, troncos haciendo mas fogatas que apartarían los bichos y de pronto animales peligrosos.  Esperaban ver a la diosa Chia, la luna en el cielo al que veneraban. La mayoría de indios tomaban chicha porque creían que en su borrachera se comunicaban con el dios Xué al que pronto invocarían con toda entrega.
Llegaba la noche.
El cóndor y los viajeros estaban ocultos entre los árboles de mas allá. La diosa Bachué no quería que las tribus la reconocieran porque quizás se crearía un desorden histórico. Quería solo estar en los ritos como cualquier indígena. Por eso se había puesto un manto en la cabeza, tapando la cara. “así no me  reconocerán”, pensaba.
Pero los indios sintieron una presencia rara en la colina y subieron veloces alistando sus tiraderas y sus cerbatanas envenenadas por si había necesidad de usarlas, pero al llegar al filo, descubrieron al gran pájaro, al cóndor de los Andes que al verlos gritó muy duro “Gggggrrrrrr, Ggggggrrrr”. Y ellos viéndolo tan poderoso, se tiraron al suelo adorándolo como a un dios. Pensaron que era el pájaro de las estrellas del que habían oído hablar y cayeron en adoración. Otros tres se devolvieron bajando rápido en silencio, avisándole a los otros que allí estaba el pájaro del sol.
Entonces la muchedumbre como una avalancha llegó a los lados del ave que se había acurrucado a descansar.
Se mantuvieron a distancia, mirando también a Cajamarca, a Millaray y a Bachué medio oculta en la maleza. Los ruidos terminaron. Hablaban bajo esperando que el pájaro se pusiera de pié para verlo bien, pero el cóndor solo quería descansar. Cayó en un hondo sueño.
Bla, bla, bla. Así fue toda la noche.
Hubo gran luz de fogatas y antorchas para ver a los recién llegados. En la mañana  el pueblo bajó, esperando la llegada de los sacerdotes y del cacique Suamox que no se demorarían con el niño, alistado para la ceremonia al Sol. 



“Hace muchos años, el Sol quiso reencarnar en una mujer chibcha para tener su hijo, el hijo del sol en algún lugar de la tierra. Las mujeres chibchas se enteraron de eso, por lo cual, todas las mañanas se desnudaban en las chozas, en los ríos, en las rocas, en los caminos y en la selva, dispuestas a que el sol las poseyera. Habían niñas, adolescentes, mujeres jóvenes y mujeres maduras, todas desnudas y anhelantes de tener sexo con el sol. Se maquillaban la cara y el cuerpo con colores fuertes para que el dios Xué las viera bellas. Esperaban los rayos del astro rey para que las preñara entre gritos felices y gemidos que las montañas, las estrellas y las nubes escucharían..........



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