“Gracias
cacique Ibagué por darme a Millaray”. “Padre, ahora dejará de vagar por los
caminos, no sufrirà mas. Ahora si, su tribu tendrá un lugar seguro donde vivir como
siempre ha querido” le decía ella.
Y los recién llegados, que hasta ahora
aparecìan porque venían de lugares lejanos, saludaban sentándose en las bancas,
para descansar de los caminos. “Buenos días”, dijo uno. “Buenos días a todos”
saludó una indígena, sacerdotisa en las ceremonias y ritos que hacían al fuego,
al agua, al sol, a la luna . . . Se puso la mano en el pecho diciendo “Que la
sabiduría nos acompañe en ésta reunión” y se sentó en una banca algo alejada, mientras
otros personajes saludaban, preguntándole a los vecinos “Que han hablado?”. “Es
que se va el cacique Cajamarca a viajar con Millaray por los países de Columbus”
fue la respuesta. “Si?”, respondió un anciano despreocupado, bebiendo chicha y
chupando un tabaco del que salía un humo negro. “Cajamarca le ha dado a su
suegro Ibagué como dote, por Millaray, el pueblo, las tierras, las aguas, los
hombres, todo . . .De ahora en adelante él será el cacique y el dueño de las
riquezas de éstas regiones”. “Siiii? Pues a mi me parece bueno porque Ibagué es
un hombre de experiencia que sabrá manejar bien el pueblo y las tierras. El
joven Cajamarca todavía tiene que recorrer mucho camino hasta que tenga toda su
madurez y conocimiento”, respondió el
recién llegado sorbiendo mas chicha con un ruido embriagante. “Entonces nosotros
también tenemos que casarnos, y eso tiene que ser pronto” le dijo Yexalen a
Ibagué acercándosele, cogiéndolo de las manos y arreglándose orgullosa las
pulseras y la diadema que brillaba con las luces del dia. “Claro reina Yexalen.
Nos casaremos dentro de poco y juntos gobernaremos estas tierras con
tranquilidad y mucha prudencia” contestó Ibagué mirándola entre serio y felíz,
apretando su lanza que tenía apoyada en el suelo. “Lo único que le pido cacique
Ibagué” decía Cajamarca, “Es que a mi casa y a mi solar no entre ningún
desconocido porque dejo bultos de oro y piedras preciosas que mas adelante
necesitaré sin falta”. “No es mas lo que usted pide, joven Cajamarca?. Le
prometo que a su casa no entrará ninguno a excepción de mi y de yexalen que la
limpiará y la mantendrá en orden”. “Gracias. Gracias cacique Ibagué por cuidar
todo esto que es del pueblo”.
“Entonces tenemos que ir preparando la
ceremonia de bodas, caciques Ibagué y Cajamarca, reina Yexalen y princesa
Millaray. Creo que será una fiesta inolvidable que se recordará por mucho
tiempo”, les dijo el taita Amuillán enderezando los collares de colores, que
tenía torcidos entre el cuello y su larga bata también de vistosos colores. “Ya
hay que pensar en esos festejos. Además si Millaray y Cajamarca se van, tienen
que casarse obligadamente”, dijo la sacerdotisa pensando que sería una de las
participantes en la ceremonia.
La diosa Inhimpitu que había estado callada
todo el rato, tenía la cara y los brazos pintados con rayitas de colores. Su
cetro del poder lanzaba misteriosos rayos rojos, verdes y amarillos que todos
miraban asombrados. Con el, según lo que se hablaba en las chozas, en los
bosques, en los ríos, había resucitado cinco muertos en la Guajira y había desaparecido
ella misma de la vista de todos, en una reunión de quince tribus en ciudad
perdida.. Por el poder de ese cetro podía aparecerse en lugares distintos al
mismo tiempo, podía volar y tener todo aquello que quisiera, con solo desearlo . . . Se volteó a donde estaba la hija de
Ibagué y dijo “La princesa Millaray estará unos días en mi país conociendo el
sitio donde nació mi hija Luz de sol, salida de un huevo que yo puse a la orilla
del rio Ranchería. Ese huevo lo puse igual a como hacen los pájaros y todas las
aves” afirmó Inhimpitu. “Si? Jajajajajajajaj, jajajajajajajaja, jajajajaajajaj. Es cierto lo que
dice?. Usted pone huevos, diosa Inhimpitu ?” le preguntó un combatiente de la
tribu Quimbaya golpeando la tierra con la punta de su lanza y riendo otra vez
agachando la cabeza “Yo nunca había oído hablar de eso. No conocía su historia.
Jajajajajaja, jajajajajajajajaj, jajajajajajaja”. “Parece mentira lo que les digo.
Suena fantástico pero es cierto”, afirmó Inhimpitu mirando al combatiente y añadiendo:
“Fue que yo también nací de un huevo que mi madre puso en un bosque hace miles
de años y por eso yo también pongo huevos. Así nacen mis hijos. El huevo revienta
a los quince días, naciendo un hijo que al momento corre en busca de su madre”.
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