. “Estàn en la ceremonia del canto o fiesta de las
flechas” y bajò mas, mirando como las chozas estaban llenas de aborígenes, entonando
cantos rituales, poniendo finalmente en
el centro de las chozas sus flechas y arcos, después de tocar las paredes de
barro con ellas a manera de bendición y pedido de protección para sus
viviendas. De modo que según los cálculos y por la frescura que Zulia les viò a
los Motilones, pensó que pasarìan muchas horas, quizás hasta la noche para que
salieran, porque este rito se extendía por catorce horas que no interrumpían momento
bajo a hablar con alguno de los que cuidan el pueblo” gritò Zulia extendiendo
las alas, bajando en un planeo suave y largo hasta tocar tierra.
Vièndo como una mujer llegaba volando ni para comer
ni para beber ni un trago de agua.
“Espèrenme un
con sus propias alas, los pocos nativos que la
vieron, se asustaron como si un fantasma de los otros mundos hubiera llegado a
su pueblo, pero uno de ellos salió corriendo velòz avisándole al cacique
Ñatubay que una rara pero linda mujer había llegado volando como un pájaro y
que estaba con los indios guardianes del pueblo preguntàndoles algunas cosas
que no era prudente decirle. De inmediato
Ñatubay corrió con el indio mensajero al sitio de reunión, y al ver a la bella
muchacha se puso feliz diciendo muy nervioso “Princesa Zulia, princesa Zulia
que felicidad volver a verla. Pero como ha hecho para que le nacieran alas y
para que viniera volando a mi pueblo?. Solo a una hija de los dioses pueden
pasarle èstas cosas y por eso me inclino ante ti, para reverenciarte”. Y
diciendo èsto se arrodillò en tierra, agachando la cabeza frente a la joven que
se afanò a cogerlo de los brazos ayudándolo a ponerse de pie porque considerò
que aquello que hacìa el noble cacique era una especie de humillación y ella no
querìa que fuera asì.
Ya
de piè sonriò muy nervioso, explicando a Zulia lo que hacìa el pueblo en ese
momento “Bella princesa, estamos en las ceremonias del canto o fiesta de las
flechas, y en el exorcismo de los bohíos y nadie saldrá de las chozas hasta el
cumplimiento de las catorce horas, cuando nuestro dios baje del cielo a
visitarnos y a bendecirnos por las ofrendas que también a èl le hacemos en
èstas horas. Pero cuénteme, hermosa joven como ha conseguido tener esas alas
tan grandes y tan lindas para venir volando hasta aquì
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